viernes, 8 de octubre de 2010

SU PRIMERA MASCOTA

Érase una vez, una familia donde habían dos niñas que llevaban años esperando una mascota. Un día, la madre vio un pajarito en la mesa del balcón, era pequeñito, con el pico rojo y puntiagudo y con muchos colores. El pobre pajarito estaba muy asustado y no movía ni una pluma. La madre, enseguida llamó a sus hijas y como no, a las niñas les encantó ese pajarito. Cuando el padre salió al balcón, el animalito, al que las niñas le pusieron el nombre de Márkel, se le puso encima del hombro y se metió dentro de casa.

 Al cabo de dos meses, el pájaro ya no tenía tanto miedo, salía y entraba a la jaula, y eso si, mordisqueaba todo lo que pillaba, los libros, las cartas, libretas… etc. Cuando llegaba la noche, para cogerlo y meterlo en su jaula tardaban mucho, el único que podía cogerlo era el padre.

 Pero toda mascota tiene sus inconvenientes, como cuando se porta mal que hay que meterlo en la jaula, o cuando hay que ir a dormir y no tiene sueño y se pone a piar  como un pájaro que canta por las mañanas. Las niñas le limpiaban la jaula, le ponían la comida y el agua y le duchaban a pesar de que él no se dejaba.

 Ellas, habían conseguido una mascota y a pesar de todo lo que le querían y de lo que habían soñado en tener un animalito en casa, pensaban que era mucho mejor dejarlo volar y que disfrutara de su entorno natural, con lo que intentaron que perdiera el miedo de estar fuera, al aire libre, aunque cada vez que ellas intentaban que superará ese miedo, el pajarito tenía  más y no quería salir. 

Primero le ponían un poco de leche en un cazo y lo dejaban fuera, pero Márkel por mucho que quisiera la leche, no salía, tenía demasiado miedo, luego lo intentaron haciendo un caminito de trocitos de pan, hasta llegar fuera de la terraza, él se iba comiendo los trocitos que estaban dentro, hasta que consiguió sacar un patita al exterior,  así estuvieron bastante tiempo poniendo leche y comida fuera de casa, intentaban cogerlo para sacarlo fuera, pero aunque Márkel no quisiera, ellas nunca se daban por vencidas, porque además, ellas se lo pasaban muy bien con él. Márkel jugaba mucho con las niñas, pero sobre todo le encantaba ponerse encima del hombro del padre y morderle la oreja, siempre estaba con él. Hasta cuando venían  invitados, se ponía sobre ellos o les mordisqueaba. 

Al cabo de un mes, consiguieron que Márkel saliera y estuviera con ellos en la terraza, no volaba, solamente se posaba en el hombro de alguna de ellas, pero ya habían conseguido que perdiera el miedo a la inmensidad del aire libre. Las dos niñas estaban consiguiendo lo que en su día se propusieron, que llegara el día en que su nueva mascota volara con los suyos y no estuviera encerrado en una casa. Una mañana, volvieron a salir a la terraza y cuando Márkel  vio una bandada de  pájaros, él salió, voló y se unió con ellos a descubrir una nueva experiencia. Las dos niñas, lo miraron, se miraron, las lágrimas afloraron en sus rostros, pero el propósito se había cumplido. Desde aquel día, las niñas, cada vez que miran al cielo, se acuerdan de su primera MASCOTA.

Rak

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