miércoles, 15 de diciembre de 2010

BETTY LA RARA (1)

Era una mañana tormentosa, y a Betty lo menos que le apetecía era ir al instituto. Lo único que hacían sus compañeros de clase era burlarse de ella y cada día se superaban con sus chistes. Una vez, los chicos de su clase escribieron en su taquilla: ''¡SOY LA RARITA DEL PUEBLO Y ME COMO LOS MOCOS!''. Y también escribían frases en papeles y se los pegaban en la espalda; algunas de estas frases eran: ''Dame una patada'' o ''No te acerques o te lanzo una maldición ¡UUUUH!''. Betty estaba tan cansada de tantas burlas que había días que  mentía a su madre y se iba a la biblioteca del pueblo en lugar de ir al instituto. Pero esa mañana no quería hacerlo porque tenía un examen y no le convenía saltárselo, ya que era el más importante de la evaluación. Sabía que si suspendía le esperaba un mes castigada, y que si aprobaba , sus compañeros la iban a discriminar todavía más.
Betty se vistió con pereza y pensando en lo popular que sería si no llevara gafas, si fuera un poco más delgada, si no fuera tan buena en los estudios, si vistiera mejor, si viviera en una casa más grande, etc. Y ese pensamiento no se le iba de la cabeza, sin embargo, al recordar que en pocas horas tenía un examen se olvidaba un poco de la vergüenza que le hacían pasar todos los de su clase. Mientras desayunaba, notaba un cosquilleo en el estómago por el examen y, aunque sabía que le iba a salir bien, no paraba de repasarse todo lo que se tenía que estudiar. Finalmente, cogió la mochila y salió de casa con la cara escondida y rápidamente para que no la pudieran reconocer, pero su plan falló cuando se encontró con Peter, el chico más guapo que Betty conocía y era de los pocos que no se burlaba de ella (realmente era el único). Cuando Peter la saludó, ésta se puso roja y no se dio la vuelta, hasta que la cogió del hombro:
  -Hola P-P-Peter -dijo Betty balbuceando- ¿q-q-qué tal?
 -¡Hola Betty! Estoy bien, gracias. ¿Y tú, cómo estás? -dijo Peter mientras daba saltos para entrar en calor.
Betty se puso aún más roja. A ella le gustaba mucho pero no pensaba decírselo porque sabía que se iba a reír de ella. Después de estar un rato mirándose, él dijo: ''¿Vamos al instituto? Vamos a llegar tarde''. Ella asintió con la cabeza y fueron caminando rápidamente porque se estaban muriendo de frío. No hablaron durante todo el rato pero de vez en cuando, decían para sí: ''¡Qué frío hace!''. Sin duda era un día muy lluvioso, y como eran las ocho menos cuarto de la mañana, no se veía ni el Sol. En la puerta del colegio, estaba todo encharcado, y entraron con muchas dificultades. Al fin dentro, dieron un suspiro, como si se hubieran salvado de un huracán o de algo parecido, pero simplemente era una tormenta de otoño como otra cualquiera (sin embargo ya había producido varios destrozos en el patio del instituto). Les quedaba un rato para ir a clase así que fueron lentamente y sin decir ni una palabra. Betty se imaginaba que a Peter no le interesarían las ecuaciones que realizaba en su case de matemáticas avanzadas, y Peter no creía que a Betty le interesara que él y su equipo de fútbol iban los segundos de la liga. Por lo tanto permanecieron callados hasta que llegaron a la clase de valenciano, donde él se reunió con sus amigos, y ella se sentó en un rincón alejada de todos e intentando que no la vieran. Al cabo de un rato, llegó el profesor, y todos pusieron mala cara, todos excepto Betty, que era la única que tenía ganas de ir a clase a aprender(y no a calentar la silla, como hacían la mayoría de sus compañeros). Ese día el profesor estaba de muy mal humor y no paraba de poner amonestaciones sin ton ni son, así que la clase estaba totalmente en silencio. Betty estaba concentrada en la clase hasta que una bola de papel acaba en su pupitre. La observó y  vio que era de Peter, la abrió y la leyó. En el papel ponía (mal escrito): ''Te espero en la puerta del gimnasio a las once menos cinco de hoy. ¡Que no se te olvide! Hasta luego.''
Después de dos horas preguntándose de qué quería hablar Peter con ella, al fin llegó el recreo, donde esperó en el lugar acordado a la hora acordada. Finalmente Peter llegó y parecía que tenía prisa:
 -Hola Betty, no tengo mucho tiempo. Tengo un compromiso después así que te doy mi correo electrónico -le dio un papel y se fue corriendo.
Betty no entendía nada así que se guardó el papel y se quedó pensando aún con más intriga qué le estaba intentando decir Peter con todo eso. Sin embargo se quedó satisfecha por la simple razón de que no le hubieran gastado una broma y realmente quería Peter hablar con ella.
Ya en su casa, encendió el ordenador y abrió el correo electrónico. Aparecieron un par de mensajes no leídos y los abrió deseando que uno fuera de quien esperaba y, efectivamente uno de ellos era de Peter, el otro era un anuncio de champú. Leyó el mensaje y sintió el mismo cosquilleo que sentía esa misma mañana pero era mucho más intenso en esos momentos, pues nadie le había dicho nada parecido. En el mensaje, Peter le decía que quería ser su amigo y que quería que quedaran juntos algún día para hablar y conocerse mejor. Esa noticia la animó mucho porque le hizo comprender que no estaba sola y que a veces los sueños se cumplen. Pero a veces, los sueños se convierten en pesadillas...
                                                                               
                                                      CONTINUARÁ...
                                                                                                DE   LUNA
                                                                

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