Era mi primer año en el instituto y como a todas las chicas de primero, las más mayores nos obligaban a superar unas pruebas, y si no las superabas, te decían que no te merecías estar allí y te atormentaban con amenazas. No entiendo como podían hacernos tantas cosas malas si ellas también habían pasado por ello.
Bueno, lo que pasó el año en que entré yo fue, para mí, lo más emocionante del curso, así que voy a empezar desde el principio:
Se acababan las vacaciones de verano y todas mis amigas y yo estábamos muy nerviosas… Íbamos al mismo instituto y según nos había contado Carol, la hermana mayor de Ana, (que era mi mejor amiga) teníamos que estar muy atentas para no caer en las primeras trampas que las M.M (las más mayores, que llamábamos así para abreviar) habían preparado por todo el instituto, por ejemplo, cubos de pintura encima de las puertas… Nosotras íbamos muy preparadas y con una mochila con ropa por si acaso. Cuando íbamos a abrir la puerta principal, nos paramos y, despacio, la abrimos de una patada. Un enorme cubo de pintura roja cubrió la alfombra de la entrada, habíamos superado la primera trampa y estábamos mucho más tranquilas. Durante las siguientes clases todo fue bien y nos cruzamos con algunos chicos y chicas cubiertos solo con una toalla que salían del baño preguntando por su ropa. A la hora del patio, intentaron encerrarnos en los baños pero siempre una de nosotras vigilaba la puerta… puede que parezca exagerado, pero si no quieres que se pasen el resto del curso metiéndose contigo, en el primer día es muy importante no meter la pata.
Bueno, ya os imagináis como fue el resto del día: yo y mis amigas no caímos en ninguna trampa y las mayores se vieron obligadas a dejarnos en paz.
Yo no quiero que nadie pase un primer día tan horrible como yo, pero en el fondo, muy en el fondo, fue bastante divertido.
AITA
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