viernes, 26 de noviembre de 2010

LAS VACACIONES

Las vacaciones.
Este verano estuve con mi padre en la isla de Fuerteventura (Canarias) para pasar unos días y bañarnos en el océano Atlántico. Cuando llegamos al hotel descubrimos que en la habitación había una puerta oculta en el fondo del armario ¿A dónde daría? ¿Por qué estaba ahí? El primer día no nos atrevimos a abrirla, pero la curiosidad pudo más que la prudencia y acabamos por abrir aquella puerta que durante el resto de las vacaciones nos traería múltiples aventuras y haría de ese verano el más fantástico de todos los que recuerdo.
Fue una mañana temprano cuando mi hermana María y yo nos decidimos a averiguar qué había tras esa puerta. El día anterior habíamos estado barajando la posibilidad de contratar un monitor para hacer un curso de inmersión en el mar y nos emocionamos pensando las maravillas que descubriríamos en el fondo del mar, sobre todo porque cuando fuimos a la oficina de BIG-BLUE, la empresa que ofrecía estos cursos, vimos unas fotos alucinantes de tortugas, estrellas de mar, peces y toda clase de animales acuáticos.
Como decía, esa mañana María y yo decidimos abrir la puerta, era metálica, de doble hoja, como la de los ascensores, pero… ¿qué podía hacer un ascensor en el armario? Después de un rato discutiendo si la abríamos o no, yo decidí que era necesario saber a dónde conducía, así que…¿Dónde está el tirador de la puerta? Y entonces vimos un pulsador de color rojo situado a la derecha que no podía ser otra cosa que el de “llamada”, pensado y hecho: lo pulsamos, unos segundos después la doble puerta metálica se abrió y ante nosotras apareció el interior de…¿un ascensor?, lentamente entramos y vimos un único botón junto a la puerta con una pegatina que decía “Bienvenidos al mundo de Big Blue”, en ese momento recordé que el anciano que nos atendió el día anterior dijo: ¿queréis vivir una experiencia inolvidable?, a lo que mi padre contestó: “no gracias, prefiero unas vacaciones normalitas y sin sobresaltos”, cosas de los padres.
No lo pensamos demasiado, pulsamos el botón rojo y el ascensor comenzó a moverse rápidamente, el corazón se me aceleró y comenzaron a sudarme las manos, mi hermana, que es mayor que yo, me cogió por la mano y cada vez apretaba más fuerte, hasta que de repente, el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron dando paso a un pasillo largo y estrecho, tanto las paredes como suelo y techo eran de metal y una fila de luces en la pared iluminaba el camino, mi hermana decía: ¡Marta vámonos, por favor!, pero yo no podía irme de allí sin averiguar a dónde conducía ese pasillo. Continuará………
Mar.







No hay comentarios:

Publicar un comentario